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Rico Legado
 

Todo cristiano según su propio carisma, participa de la misión eclesial de anunciar, hacer presente y comunicar el evangelio. El sacerdote ministro se puede definir como San Pablo "Ministro del Evangelio", en cuanto que prolonga la acción evangélica de Cristo cabeza y Buen Pastor. (1) y así realiza el mandato del Señor: " Id a todas las gentes…"

La acción eclesial del apostolado es una continuación de la acción de Cristo y de los designios eternos de Dios: "La Iglesia se manifiesta como una muchedumbre reunida por la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (LG 4). Toda la misión de la Iglesia es la de unir a los hombres con Dios, realizando esta unidad en cada persona y entre los hermanos: "La Iglesia es en Cristo como un sacramento o señal e instrumento de la intima unión con Dios y de la unidad de todo género humano" (LG 1).

 

Mons. Oláez, realizando la acción eclesial en su ministerio y apostolado que ejerció durante su vida con aquel celo por la gloria de Dios y ardiente amor al Divino Corazón que lo consumía, era capaz de imponerse los más duros sacrificios para realizar sus más grandes ideales. Al despertar en él el proyecto de fundar un Instituto religioso con la finalidad de continuar su trabajo apostólico que había emprendido en favor de las jóvenes necesitadas de encauzamiento moral decía: Me formaré un pequeño ejercito de almas que luche por arrebatarle almas al demonio y trabaje por extender el reino de Jesús, por tal causa su lema será "El Reinara". (2)

Porque Cristo es Rey, "Yo Soy Rey, para esto he nacido, pero mi reino no es de este mundo" (Jn 18,36).

No siendo de este mundo el reino de Cristo comienza ya aquí. Cristo es un Rey a quien se le ha dado todo poder en el cielo y en la tierra y gobierna siendo manso y humilde de corazón, sirviendo a todos, porque ha venido no ha ser servido sino ha servir y da su vida por la redención de muchos. Su trono fue primero el pesebre de Belén y luego la Cruz en el Calvario. Siendo el Príncipe de los reyes de la tierra, no exige más tributo que la fe y el amor. El reino instaurado por Jesucristo actúa como fermento y signo de salvación para construir un mundo más justo, más fraterno, más solidario, inspirado en los valores evangélicos de verdad y de vida, de santidad y de gracia, de justicia, de amor y paz de la esperanza y de la futura bienaventuranza a la que todos estamos llamados.

Ante la majestad de este Soberano que viene a establecer su reino, no con la fuerza de un conquistador, sino con la bondad y mansedumbre Mons. Oláez como fruto de una experiencia viva y desbordante de amor al Corazón de Jesús delinea con toda propiedad el perfil que debe identificar a las Hijas del Sagrado Corazón de Jesús, que han de proseguir su obra como depositarias de un precioso legado que, como carisma propio, las ha de caracterizar dentro de la comunidad eclesial, para trabajar con ahínco por construir y hacer presente el Reino de Dios inaugurado con Jesús de Nazaret.

Es interesante destacar como Mons. Oláez expresa con toda claridad el ideal que debe animar, a este pequeño ejercito, expresado en forma de un programa de vida que marcará los lineamientos peculiares de su espiritualidad: vida de fe, vida de sacrificio, vida de amor, y espíritu de compunción que se deducirá de una perspectiva esencialmente cristocéntrica.

"Dígales que no se les olvide que el ideal que deben tener es tener el corazón lleno de amor a Jesucristo para que así sin esfuerzo, podamos decir, sean instrumentos de que ese amor se encienda en los corazones ¿no es esto lo que venimos persiguiendo?, pero ese amor que deben tener, ha de ser un amor que se nutra con el sacrificio, amor que subsista en la desolación, amor que persevere en la hora de los combates con el enemigo de nuestras pasiones, amor que viva aún cuando el alma se sienta como abandonada y olvidada de Dios. Así amó Jesucristo cuando sintió aquel desamparo del que se quejó en la cruz, amor en fin saturado de gratitud cuando el Señor lo impregne de satisfacción y dulzuras divinas". (3)

El ideal de amar a Jesucristo centra la esencia del ser y quehacer de cada una de sus hijas, describe las características propias del amor que como san Pablo se entrega, donación y servicio. "si su vida tiene que ser de sacrificio, tiene que ser también vida de amor. Porque en esta vida en cuanto más se ama mas se sufre, pero con un sufrimiento que participa de la dulzura del amor. Ustedes, como Hijas del Sagrado Corazón de Jesús y encargadas de hacer que reine en los corazones, tienen la dulce obligación de amar a Jesús y trabajar porque su amor invada todo vuestro ser, de modo que para ustedes amar sea vivir". (4)

Amar a Jesucristo que sin duda no designa sólo un sentimiento o una connotación afectiva, sino que penetrado en su ser está completamente cargada de una experiencia humana densa y concreta. "El amor Divino se expresa en un hecho único cuya naturaleza misma transfigura los datos de la situación: Jesús viene a vivir como Dios y como hombre el dialogo de su amor entre Dios y el hombre. El amor del Padre se expresa entonces en una forma que no puede ser superada por nada. Se realiza la nueva alianza y se concluyen las nupcias eternas del esposo de la humanidad. La gratuidad divina, que existía desde siempre (Dt 7,7) llega a su colmo en un don sin medida. Jesús es Dios que viene a vivir en plena humanidad su amor y a hacer oír su ardiente llamamiento. En su persona misma el hombre ama a Dios y es amado por él. (5)

Con que realismo Mons. Oláez es consciente que escalar la cima de la perfección cristiana que es el amor, no va ser fácil, ya que las grandes metas solo se alcanzan a base de esfuerzo, lucha y tenacidad, nos dice "No hagan consistir su ideal en llegar a amar en esta vida gozando, sino mas bien sufriendo: así amo Jesucristo, sobre todo durante su pasión, a su Padre y a los hombres".

El amor tiene muchas fases: no siempre es sensible suave y delicioso.
• Se le ama a Jesucristo en el dolor, cuando es preciso sacrificarse por el.
• Se le ama en la ausencia, cuando aparentemente se aleja de nosotros para probar nuestra fidelidad y robustecer nuestro amor.
• Se le ama en el combate, cuando tenemos que luchar por conservar su amor, sacrificado inclinaciones y afectos que por lo menos lo disminuirían.
• Se le ama cuando nos sentimos atormentados por el deseo de amarlo más y lamentamos por otra parte la incapacidad que experimentamos para lograrlo.
• Se le ama cuando nos oprime el peso de nuestras miserias que quisiéramos ver muy lejos de nosotros.
• En estas y otras circunstancias hay que amar a Jesucristo: amarlo luchando, amarlo cuando con pesar nuestro nos parece tener el corazón frió e insensible, puesto que la voluntad, con la gracia divina, puede sobreponerse a todo, y en cualesquiera circunstancia mantener firme su propósito de amar al Salvador. (6)

Incansable fue su insistente exhortación a vivir en esa amistad continua en Dios, por Dios y para Dios a impregnarnos de ese amor del Divino Corazón, así la vida virtuosa, en su expresión más genuina, es eminentemente teologal. "Quiera el Corazón de Jesús llenar sus corazones de amor de tal suerte que ese amor consumiendo, como el fuego la paja, todas las aficiones de lo terreno, impere en sus almas y sea el que les dé vida, hasta decir con S. Pablo: No soy quien vivo, Cristo es quien vive en mí. Así será como el Corazón de Jesús venga a reinar en sus corazones". (7)

"Dígales a las Hermanas que a toda costa sean santas por la adquisición de sólidas virtudes, que amen mucho al Divino Corazón, que en esto estriba todo el progreso del Instituto, pues así atraerán las bendiciones del cielo". (8)

¿Qué sentimientos inundarían el corazón de Nuestro Padre Fundador al plasmarnos las siguientes consignas en estos pensamientos inmortales, que sin duda eran fruto de la abundancia de su corazón, virtudes cristianas que hablan de una espiritualidad profunda?.

"Más sobre todo necesitan fe para trabajar a favor de las almas que necesitan regenerarse. Solo la fe es la palanca que les puede mover a trabajar en esa obra: solo la fe les puede hacer perseverantes en ella, solo la fe les puede alegrar en la consumación de esa misma obra. Den al mundo ese ejemplo de trabajar impulsadas y sostenidas por la fe… Vivan pues de la fe: aticen cada día esa lámpara divina y enseñen prácticamente al mundo a guiarse en sus obras por la fe. Válganse de la luz de la fe en sus desalientos. Con ella contemplen la obra que hacéis, la fe les hará salir victoriosas. No se dejen abrumar por el desaliento sobrepónganse y luchen hasta vencer". (9)

La persona, en cuanto imagen de Dios, está estructurada para ser en acto ella misma y por esto dice que la felicidad o bienaventuranza, en la cual el ser humano se conforma a Dios del modo supremo, y que es fin de la vida humana.

"El Espíritu de reparación es como el elemento en que debe vivir toda religiosa Hija del Sagrado Corazón de Jesús ya que su principal fin es amar al Corazón Divino y hacer amar de los demás, y por tanto consolarlo y reparar los ultrajes que a diario recibe de algún modo en el Santísimo Sacramento del Altar". (10) Por tanto, la Hija del Sagrado Corazón de Jesús debe consagrar su vida a este doble fin, a saber: a reparar la gloria de Dios ultrajada, por medio de sus oraciones, alabanzas y sacrificios; y a procurar la gloria de Dios por medio del apostolado en las almas que el buen Dios le ha encomendado. (11)

"Si para santificarnos necesitamos de amor, el espíritu de compunción, nacido del amor, lo sostiene y fomenta, lo alimenta y aviva. Si para santificarnos necesitamos adquirir las virtudes, la compunción nos hace humildes, modestos, mansos, caritativos. Si celo necesitáis para trabajar por las almas especialmente para volverlas a Dios, el espíritu de compunción os dará ese celo. (12)

La propuesta sobre la virtud se vuelve decisiva en las comunidades si toman conciencia de su ovación en el contexto del designio de Dios revelado en Jesucristo y si obedecen a la misión de autentificar estilos concretos de fidelidad a la condición humana superando la alternativa entre realización de sí, consenso a Dios y solicitud por el bien humano.

"Tengan una confianza grande, muy grande en el Sagrado Corazón, haga todo por Él y nada más que por Él. Si tenemos defectos y miserias ¿quién no las tiene? Procuremos limarlos en agradecimiento a habernos escogido para su obra. Tengámonos por lo que en realidad somos, nada y miseria, pero el Señor tendrá compasión de nosotros y hará con su poder lo que nosotros que somos basura, jamás podríamos hacer. ¿No es esto lo que ha hecho hasta ahora? Si, que las Hermanas sean una ascua de amor a Jesús".

"Yo me digo: ya que no he podido hacer que mi corazón ame como debiera y quisiera a Jesús, hacer siquiera que otras almas ardientes le amen, y tener el consuelo de poder presentarle unos corazones que ardan en su amor". Yo quiero dejar no dos lámparas, sino tantos cuantos sean los corazones de las Hermanas y que ardan a perpetuidad en el amor del Corazón de Cristo:

"Cuánto anhelo que cada día el Sagrado Corazón tome posesión de sus corazones y las inflame en su amor". (13)

 


Si deseas alguna información, hacernos sugerencias o enviarnos algún tema o simplemente escribirnos, puedes dirigirte con la Hna. Yoselin Gomez Melo.

Nombre: Instituto Hijas del Sagrado Corazón de Jesús I.F.C.J.
Fundador: Siervo de Dios Eugenio Oláez Anda
Cofundadora: R. M. Luisa de san José Marmolejo Rodarte
Lugar de fundación: León, Gto. México
Fecha: 15 de junio de 1920
Naturaleza: Instituto de Vida Religiosa y de Derecho Pontificio
Carácter: Instituto de Vida Apostólica

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